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miércoles, mayo 11, 2005

A todos los rotuladores

Sería demasiado fácil decir que se puede clasificar a las personas en dos grupos. También demasiado falso, a pesar de los apocalípticos y los integrados de Eco o mi propia agrupación en “personas-goma” y “personas-rotulador”. Hay cientos de objetos para la escritura pululando por el mundo. Seguro que a poco que busquemos encontramos personas-pluma, personas-taja o incluso personas-tinta china. Pero bueno, eso será otro día sutil que me de por detenerme en los matices. A veces sólo veo gomas y rotuladores por todas partes.
Las gomas son las que borran del mundo todo lo que no les gusta, de manera que deja de afectarles por completo. Sólo queda un hueco un poco sucio donde una vez existió algo doloroso o vulgar. Toman sólo lo que les interesa y lo demás desaparece a fuerza de empujarlo a derecha y a izquierda, a derecha y a izquierda. Metódicamente. No creáis sin embargo que desprecio a este tipo de personas, pocos son los que pueden vivir con todo el mundo alrededor, sin olvidar de vez en cuando ciertas cosas, sin hacer como si nunca hubieran existido. Yo misma he borrado tantísimos momentos... momentos ineludibles y palabras pronunciadas de una vez y por siempre y luego escamoteadas como el pirata que al trazar un mapa se cuida muy mucho de tapar con mar azul la isla maldita, aquella donde perdió la pierna. Quizás también aquella donde escondió el tesoro, porque los tesoros tienen algo de muerte a sus espaldas.
A las personas-rotulador las admiro profundamente. Es tan difícil... parece como si al nacer les hubieran puesto en la mano un rotulador fluorescente, uno de esos de colores chillones que utilizan los niños y los estudiantes de derecho y entonces van señalando todo lo que les gusta del mundo. Las frases, los libros, las fruterías, los abismos, las piedras, también los árboles encima de los tesoros... cosas que carecían de importancia, en las que nadie se había fijado antes y que los rotuladores se empeñan en subrayar una y otra vez. Saben de sobra que hay cosas que carecen de brillo injustamente, de un brillo que sólo ellos son capaces –no sólo de ver-, sino de enseñar. Cualquier objeto cotidiano se vuelve algo maravilloso en sus deditos-rotuladores y entonces permanecen a salvo de que llegue cualquier goma despiadada e intente aniquilarlos.

1 Comments:

At 11 mayo, 2005, Anonymous Anónimo said...

¿Qué apaga el brillo de esos subrayados fluorescentes? Releo páginas coloreadas y bordadas con anotaciones que "parecían" brillantes; pero algo falla en la evocación: ya no son más que manchas sobre manchas nombradas.
Las gomas están compuestas por ácidos orgánicos complejos (lo dice la Encarta, no yo). Investigaré sobre la hipótesis de que el ser humano sea en sí mismo una goma, una bomba de ácidos, una sustancia gelatinosa que todo lo acepta, a todo se amolda y a la que todo le rebota. Investigaré también sobre si la evolución de rotulador a goma es un progreso o una lamentable involución. Aunque, mi condición de goma me impide investigar. (Estoy borrando)
:)

 

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