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martes, mayo 10, 2005

Pasado

El blanco y negro es el color de nuestros recuerdos, del pasado, a pesar de que intentemos representar los colores cada vez más brillantes o llenar la pantalla del ordenador con babuchas de cuento para elegir el color exacto cada día. Los colores son cosa de un instante, luego queda su resto en gris, en matices de gris tan poderosos como el vestido gris-rojo de Jezabel. Los colores colman pero se desvanecen como una fotografía puesta al sol.
Antes de irme saqué la lata de las fotografías. Es una caja octogonal también roja donde no cabe nada más. El puñado de fotografías que ella eligió para intentar reunir algo parecido a una familia. En algunas su propia cara está cortada. Nos contaba que se miraba al espejo y que no reconocía en sus rasgos nada de sus padres, así que se atormentaba pensando que la cogieron de debajo de un puente, abandonada por los gitanos. Pesadillas infantiles pero ella siempre tuvo pesadillas y quizá también siempre fue una niña tratando de encontrar el camino a casa.
Yo había olvidado casi todos los nombres. Ella de vez en cuando sacaba su lata roja y nos iba relatando los personajes y las historias de cada fotografía. Una a una, sus pequeños tesoros (secretos, como han de ser los tesoros). Los colores desvanecidos tenían un olor raro, como de flores secas. Cerré la caja y me fui, pero me llevé el blanco y negro en los ojos. También Roma olía un poco a flores secas, en paredes que habían ido guardado todos los olores durante siglos para conservar tan sólo el resto sepia de flor seca en las fotografías antiguas.
Todo volvió a ser igual que antes, igual que hace miles de años. Apenas destruido, sólo se habían borrado los colores. Lo demás permanece, para que podamos pasar una a una las fotografías de nuestras latas de galletas, con la esperanza de que alguien la abra de vez en cuando y recuerde que una vez supo todos esos nombres, que una vez las fotografías contaban una historia.

1 Comments:

At 11 mayo, 2005, Anonymous Anónimo said...

(Un secreto: yo no tengo cajas de galletas con fotografías. Y me dan miedo las fotografías, ¡mucho miedo! ¿Sabes por qué? Hace mucho tiempo mi viejo amigo Basil me hizo una "fotografía" muy peculiar y la última vez que subí al desván para mirarla... se me cayó el alma a los pies).

 

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