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miércoles, mayo 18, 2005

SED

Todas las fuentes de Roma no fueron suficientes. Bebí con ansia porque yo o bebo con ansia o no bebo, no sé beber agua como las personas normales, pero ni aún así. Incluso hundí el morro en la Fontana de Trevi paciendo imágenes en blanco y negro, casi a escondidas para que nadie se diera cuenta de la transformación en unicornio que sufro de vez en cuando. Pero no fue posible calmar la sed, no hubo bastante agua en todo el Tíber y tú lo sabías, que no iba a ser bastante. No entiendo por qué sabes esas cosas, pero ya me resigné a no entenderlo, a asumir simplemente que lo sabes y punto, a no mirar detrás de mi hombro por si estás ahí, medio escondido a media sonrisa. Me resigné a que tú sí vieras el unicornio, sólo a veces, tan insólito como las tormentas en el desierto.
Esta vez tan intensa como mi sed tan roja tan al borde de algo, en el tránsito del abismo y ¿cómo es posible que alguien pueda regalar Iguazú? yo creía que no se podía, que había que ir hasta el fin del mundo para beber aquello. No necesité agacharme esta vez para tocar el agua, me la pusiste directamente entre los labios... Mi cuarto sin ventanas pero cada postal es una fuente, un poquito de agua para mi sed eterna.

1 Comments:

At 20 mayo, 2005, Anonymous Anónimo said...

Me gustan mucho tus post que leo casi siempre...
Te he pasado a ti el testigo musical. En mi blog...
Besos
Albanta
http://blogs.ya.com/albanta

 

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