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sábado, enero 07, 2006

Reacción alérgica

No sé por qué pensé que esta vez iba a ser distinto. Quizá porque cuando se siente entero cree que ha dejado de ser un niño (una niña en este caso). En serio que creí que me bastaría una lista, una libreta en blanco y unos zapatos rojos -con varita mágica, como deben ser los zapatos rojos- para que esta vez no sucediera.
Cada vez que venía de vacaciones, cada vez que volvía a pisar Asturias volvía la maldita reacción alérgica. Los estornudos, las erupciones en la piel más violentas de lo habitual, la nariz tapada, la boca seca y el aire demasiado pesado para entrar en los pulmones. Era la señal del fin de las vaciones, de la vuelta a clase. Sin ella igual yo por mí misma no me hubiera dado cuenta y quizá hubiera seguido viviendo como si nada, según las reglas que sólo están permitidas en las islas y en la infancia; o en esa isla llamada infancia.
Casi todo volvió a ser igual, si bien es cierto que mi casa no resulta tan inhabitable como yo recordaba, y también es cierto que echaba de menos a esa clase de amigos que te hacen un zumo de pomelo y te lo llevan en una bandeja junto al café, queso, pan y una manzana. Pero otras cosas no, no las echaba de menos. No sabía que no las echaba de menos y supongo que mi reacción alérgica es a todo lo que mi cuerpo tiene el buen gusto de saber olvidar.

2 Comments:

At 07 enero, 2006, Anonymous Anónimo said...

¿has llegado?
Te llamo al móvil pero está apagado, o alguna otra conjetura telecomunicativa.
Tengo muchas ganas de verte.

 
At 09 enero, 2006, Blogger Azena said...

Tu cuerpo te recuerda que éste no es tu sitio. Pongamos manos a la obra y cerremos todos esos temas que tenemos pendientes. Y entonces podrás irte lejos. A donde tú quieras. Y yo siempre te veré por un agujerito. ;-)

 

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